10 DE ABRIL - DOMINGO 3º DE PASCUA

Jn 21,1-19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de  Tiiberíades. Y se apareció de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Cana de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: °Me voy a pescar". Ellos contestaron: 'Vamos también nosotros contigo'Salieron y se embarcaron, y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: 'Muchachos, ¿tenéis pescado?" Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis". La echaron y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: 'Es el Señor". Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaba de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al salir a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger". Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes; ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Vamos, almorzad". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer dice Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dice: "Apacienta mis corderos". Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le contesta: "Si Señor, tú sabes que te quiero". Él le dice: "Pastorea mis ovejas". Por tercera vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: 'Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero". Jesús le dke: "Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras". Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloría a Dios. Dicho esto. añadió: "Sígueme".
1. En estos tiempos, en los que tanto se habla de la figura del papa Francisco, este evangelio tiene una actualidad singular. Porque deja patente lo que Jesús pensaba sobre Pedro, y la significación de Pedro, en la Iglesia. Y no olvidemos que Pedro es el punto de arranque del papado en la historia del cristianismo. Para Jesús -tal como lo presenta el IV evangelio-, Pedro sería el pastor cuidadoso y vigilante del gran rebaño humano que es la Iglesia. ¿Qué papel tenía Pedro en este rebaño?
2, Tenía, antes que ninguna otra cosa, el cometido de la ejemplaridad. Es decir, ser el modelo en la comunidad de los creyentes.
La Iglesia siempre ha tenido conciencia de esto, con todos los matices que sea necesario poner a este hecho en su conjunto. Lo cual quiere decir que la vinculación de los creyentes a Jesús está y estará siempre asociada a la ejemplaridad y al papel de Pedro y sus sucesores en la Iglesia. Esto es importante para vivir en la integridad de la fe en Jesús el Señor. Lo que, en nuestro tiempo. nos ayuda para enjuiciar el modelo de papado que está imponiendo el papa Francisco. Más que un "gobernante" y más que un papa "teólogo", el sucesor de Pedro debe ser un hombre que tiene una profunda experiencia de relación con Jesús. Porque eso es lo más necesario que tiene que enseñar a los católicos y a todo el mundo.

3. Pero hay en todo esto un dato más concreto. El cargo, que Jesús le impone a Pedro, es (y será) siempre un cargo vinculado a la triple respuesta que precede a la concesión de ese cargo. Es la respuesta del amor preferencial. El papado no está vinculado al poder, sino a la ejemplaridad del amor. Y de todo lo que lleva consigo la adhesión que une, mediante el amor más fuerte, a Jesús, al ejemplo de su vida y a las exigencias de su enseñanza. Sabemos que el papado, por causas complejas que aquí no es posible explicar, se desvió, se alejó, del camino y del proyecto que planteó Jesús. Es tarea urgente de todos los seguidores de Jesús hacer cuanto esté a nuestro alcance para recuperar lo que Jesús hizo, dijo y quiso. De eso depende, en gran medida, el futuro de la Iglesia.

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